Volví

Dicen que el corazón siempre vuelve a los lugares donde fue feliz, yo el domingo volví a uno de mis lugares favoritos; la cima del cerro Tetakawi.

Me perdí, como suelo hacerlo, con los altibajos de la vida, el ir y venir, la falta de rutina o tal vez de conexión, perdida entre detalles que magnifiqué, me desorienté y perdí muchas cosas; mi rutina disciplinada de alimentación y ejercicio que me hacía sentir tan bien, el ánimo de hacer las cosas, la disciplina para levantarme con ganas de seguir adelante con mis metas. Gané mucho peso, otra vez, y perdí mucho de lo que había logrado en el camino pero ¿sabes qué?, hoy que vuelvo siento que he vuelto mejor y más sabia.

Este regreso al Tetakawi fue la cereza del pastel para sentirme totalmente de vuelta, de vuelta con mi energía, de vuelta con mi ánimo, con la conexión, con mi disciplina. Y otra cosa importante, dejé ir la necesidad de una rutina, con calendarios como el nuestro simplemente tienes que dejarla ir y qué ironía, porque eso es lo que nos mata la mayoría de las veces. Dicen que el pasto es siempre más verde del otro lado de la cerca jaja y yo anhelaba rutina cuando mi corazón siempre ha sido gitano.

Empecé a establecer pequeñas rutinas que sí podía cumplir y a abrazar los días que no las podía llevar a cabo y tal vez cambiarlas por cosas buenas que me gusta hacer y cosas en las que puedo mejorar que sí pudiera hacer en ese momento, para no quedarme aferrada a eso que según yo tenía que hacer ese día y en esa hora precisa. Creo que tengo un poco de obsesión compulsiva con ciertas cosas, estoy aprendiendo a dejar ir, soltar y fluir.

Tuve que terminar con el médico con diagnósticos medio escalofriantes viéndolo a futuro y decidí que no quería más eso para mi cuerpo. Decidí volver a esa rutina que me hacía sentir tan bien, decidí ir alimentando mi cuerpo con comida sana, una comida a la vez, y con pensamientos y contenido positivo, lo más positivo que se pudiera porque hoy lo necesito.

Y cambié, porque eso es lo que te exige la vida cada cierto tiempo. Eres la oruga segura en tu capullo y la vida te obliga a salirte de esa zona de confort para liberarte y volar, pero en este caso de nosotros los humanos es un ciclo, donde no vas a volar para siempre porque volverás a entrar a un capullo diferente el cual también te va a quedar pequeño y tendrás que aprender a soltar y volar , así sucesivamente para poder crecer y seguir aprendiendo siempre. Esto no termina y eso me queda claro.

Crecí, aprendí, me puse en acción para poder estar en la suficiente condición física para volver a uno de mis lugares felices y lo intenté otra vez.

FUE PESADÍSIMO pero amé cada segundo de ello. Esta vez volví más inteligente, con una botella gigante con agua, mi mochila con todo mi kit de fotografía, dos chocolates (la próxima llevaré tres). Porque todo eso lo aprendí la vez anterior donde no llevé NADA. Así la vida, cada vez aprendes a hacer las cosas mejor y con más y mejor equipo y otra mentalidad.

Cada segundo es difícil pero cuando sabes lo que hay del otro lado del esfuerzo vale la pena dar otro paso más. Uno que te lleve a la cima donde la sensación no tiene comparación.

También aprendí a descansar, no siempre tienes que correr sprints ¿sabes?, descansa si tu cuerpo te lo pide. Si tu corazón está a 170 latidos por minuto, siéntate, disfruta de la vista, come tu chocolate, descansa y sigue. Así también con la vida, si las cosas van difíciles y sientes que ya no puedes más, hazte a un lado, descansa, aliméntate bien, duerme bien, piensa positivo, consume positivo y sigue con tu vida, ponte en acción y fluye con el momento y llegarás a la cima de esa etapa.

Para después seguir con la siguiente y siempre da un solo paso más. Uno más que te lleve hacia adelante.

A tu lugar feliz. Para volver a caer y regresar para ser más feliz cada vez.

Con cariño,

C'.